Gen 4: 4 Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda;
En un entorno de origen, donde no existía una instrucción y mucho menos una ley sobre ofrendar. Simplemente movido por una fuerte necesidad de manifestar gratitud y amor a Dios, Abel toma la iniciativa de ir a su rebaño y después de un largo tiempo mirando, comparando y seleccionando, por fin tiene en su mano una ofrenda perfecta. Su ofrenda es primicia, lo más valioso de su rebaño y posiblemente un animalito a quien ama profundamente.
Ese día cuando se presenta delante de Dios sostiene la ofrenda en su mano y la levanta para ofrecerla, hay un lapso de silencio, la primera mirada de Dios no es para su ofrenda a pesar de su perfección, valor, significado y la relevancia que tiene para Abel. La primera mirada de Dios es para el ofrendante, a quien luego de mirar fijamente y darle un vistazo a su corazón llega a la conclusión de que le agrada lo que percibe del corazón de quien trae el presente. La próxima mirada de Dios es, ahora sí, para la ofrenda que está en las manos de Abel, la ofrenda también le agrada y es entonces cuando la recibe.
Cada vez que nos presentamos ante Dios para presentar una ofrenda no podemos olvidar que su corazón está puesto en nosotros, su anhelo es tener primero nuestro corazón y luego nuestra ofrenda. Sencillamente si nuestro corazón no le agrada no aceptará el don de nuestras manos, como ocurrió con Caín, cuyo corazón no agradó a Dios y por ende tampoco su ofrenda.
No podemos engañarnos a nosotros mismos, nada que podamos darle a Dios, por más valioso o significativo que sea, tendrá relevancia para él si nuestro corazón no tiene la actitud correcta.
Ahora entiendo porqué el Maestro dijo que al traer nuestra ofrenda al altar, si nuestra relación con el hermano no está bien, debemos poner la ofrenda a un lado, arreglar nuestra situación con el hermano y ya con eso resuelto, caminar hacia el altar.
Con razón Dios dejó de recibir las ofrendas y sacrificios de un pueblo que las presentaba con un corazón lleno de soberbia, frialdad e indiferencia.
Sal 51:17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
…Dios mira primero al ofrendante y luego su ofrenda
Pastor Minor Ceciliano
Comunidad Internacional de Adoradores
Estableciendo Adoracion en las Naciones
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