Habitando

Sal 84:4 Qué afortunado es el que vive en tu templo porque siempre te está adorando.

Durante los años de mi noviazgo recuerdo que visitaba una vez a la semana a la que ahora es mi esposa. Así estaba pactado con mis suegros, un día a la semana y con un horario establecido. A pesar de que pasábamos cerca de cinco horas juntos, el tiempo no era suficiente, las horas pasaban muy rápido y cuando el reloj comenzaba a anunciar las nueve de la noche, hora de regresar a mi casa, esos últimos minutos eran extremadamente sufrientes ante el anhelo de quedarme más tiempo con ella. Cada semana la escena fue la misma, suspiros, besos, abrazos interminables, muchas despedidas y una rotunda negación a dejar ese lugar y esa persona con quien disfrutaba cada segundo. Cuando por fin lograba despedirme iniciaba un largo viaje de regreso a mi casa en el cual mi corazón no dejaba de palpitar y de pensar en ella. Contaba las horas para que llegara el día que de nuevo podría verla otra vez.
Muy pronto se despertó un sueño, un profundo anhelo que abrazó mi corazón y se convirtió en mi máximo objetivo: casarme y pasar de visitar a mi esposa a vivir con ella. Comencé a anhelar despertar a su lado cada mañana, vivir mis días con ella, construir mi futuro junto ella, terminar mis días disfrutando de su presencia sin límites y si horarios.
La experiencia del salmista es muy parecida, se ha despertado un ardor en su corazón por la cercanía con Dios. Ha empezado a sentir envidia por los sacerdotes que habitan y tienen su residencia en los atrios de la casa de Dios, allí tienen su morada, es el lugar donde viven de día y de noche, de manera que tienen la dicha de estar cerca de Dios de manera permanente. Literalmente, el salmista está dispuesto a darlo todo por irse a vivir a la casa de Dios todos los días de su vida, esa es su más importante petición a Dios y lo que se ha convertido en su mayor sueño.
Habitar tiene la connotación de ocupar de manera permanente un lugar, es residir, morar, alojarse y asentarse en ese lugar definitivamente. Es establecerse, arraigarse, instalarse y permanecer allí.
La verdadera adoración te conecta con Dios, te acerca, te lleva al nivel donde ya no eres visitante sino habitante. La opción de visitar la casa de Dios o de tener encuentros regulares con El, ya no es suficiente, no quieres una relación Él limitada , ya no consideras la idea de venir y tener que irte, tu mayor necesidad consiste en casarte con El, irte a vivir con Él, residir con Él el resto de tus días y vivir en una íntima comunión, sin interrupciones, sin barreras, sin horarios; ahora piensas en despertar con Él, Vivir tus días con Él, irte a dormir con Él, vivir el resto de tus días y tu eternidad a su lado
Sal 84:4 (BL95) Felices los que habitan en tu casa, se quedarán allí para alabarte.
Deja de ser un visitante, para convertirte en un habitante!

Pastor Minor Ceciliano
Comunidad Internacional de Adoradores
Estableciendo Adoracion en las Naciones
Email: minorceciliano@hotmail.com
Tel:(506)2230-1470

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