Sal 149:4 (PDT) El Señor es feliz con su pueblo; les da a los humildes el honor de la victoria.
Hoy estoy profundamente conmovido y emocionado ante una gran experiencia que acabo de vivir. Mientras leía el Salmo 149 escuchaba al salmista inquieto y desesperado por motivar al pueblo a alabar a Dios. Exhorta al pueblo a presentarse ante Dios con un cántico nuevo, a llenar la reunión de una genuina y efusiva alabanza, a alegrase en su Rey, a danzar ante Él con bellas melodías y con el sonido de sus instrumentos musicales.
Al llegar al verso cuatro no pude contener la emoción de mi corazón pues el salmista exclama: la razón por la que deben venir ante Dios con una profunda actitud de alabanza, es por causa de que ustedes son su deleite. Estas palabras me hicieron estallar en alabanza, no puedo contener mi emoción y la alegría de mi corazón al ver este maravilloso cuadro que nos muestra el salmista.
Cada vez que nos reunimos para tributar alabanzas a Dios detonamos la alegría en el corazón del Rey. Nosotros somos la causa de su regocijo, se complace en nosotros, encuentra su agrado, su predilección, su felicidad, su contentamiento en la reunión de los santos.
Escuchen las palabras del salmista: “El Señor es feliz con su pueblo, se siente bien en medio de ellos, los reviste con su salvación”.
Mi corazón palpita aceleradamente y me falta el aire al entender que somos el mayor deleite de Dios. Que extraordinaria verdad se nos revela: “No hay nada que traiga más complacencia y regocijo al corazón de Dios que su pueblo, sus hijos, ellos son su más grande satisfacción”.
¡Claro! con toda razón Dios le reveló su corazón a uno de sus profetas y le dijo respecto a su pueblo: “Este pueblo que yo he creado, lo forme para mí, lo hice para mi placer, para que proclamen mis alabanzas (Isa 43:21)”.
Cada vez que nos reunamos para adorar a Dios no podemos olvidar que la adoración no tiene que ver con nosotros y con nuestra satisfacción; La adoración se desarrolla en función de nuestro Padre, Él es la razón, el objetivo, el centro. Lo que nos mueve, es nuestro deseo agradarlo, complacerlo y alegrarlo, ser el motivo de su deleite, de su alegría, de su festejo. Sencillamente nada ni nadie le genera tanto gozo y placer como nosotros.
Sof 3:17 (BL95) ¡Yavé, tu Dios, está en medio de ti el héroe que te salva! El saltará de gozo al verte a ti y te renovará su amor. Por ti danzará y lanzará gritos de alegría como lo haces tú en el día de la Fiesta.
El mayor deleite de Dios es un pueblo que proclama sus alabanzas.
Pastor Minor Ceciliano
Comunidad Internacional de Adoradores
Estableciendo Adoracion en las Naciones
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Tel:(506)2230-1470