Gén 12:8 Luego se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda, teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová.
Todavía con una profunda nostalgia después de una dura despedida, sólo han pasado unas horas desde que Abram recibe un llamado de Dios a dejar su tierra, su familia y su gente, y sin pensarlo dos veces, ni hacer muchas preguntas, prepara su maleta con las cosas necesaria para el camino. Se despide de su familia en medio de un ambiente de incertidumbre, ninguno entendía la drástica decisión de dejarlo todo e iniciar una aventura hacia una tierra desconocida, hacia un futuro cuya única garantía son las promesas que resonaban fuerte en el corazón de Abram, después de ese determinante encuentro con Dios.
El viaje inicia con largas caminatas diarias, y cada día le era necesaria una pausa en medio del cansancio, el hambre y todos los sentimientos encontrados en su corazón. Esa pausa se hacía necesaria cuando llegaba la noche y era urgente levantar una tienda, encender el fuego, comer algo para luego dormir y renovar fuerzas para enfrentar el día siguiente.
Cada día algo extraordinario ocurría. antes de levantar la tienda para descansar, Abram buscaba piedras, edificaba un altar y adoraba. Esta maravillosa escena se repitió una y otra vez. Era un acto necesario, no postergable ni negociable.
En el contexto bíblico el altar era concebido como un lugar de encuentro, se consideraba un lugar requerido para quien buscaba invocar a Dios.
Me impresiona y me inspira profundamente la actitud de Abram, fue su pasión y su prioridad cada día en cada lugar donde acampaba, buscar las piedras, construir el altar, adorar y, en medio de aquel escenario, buscar encontrarse con Dios, quien se le había aparecido y le había dado promesas firmes. Con mucha razón Dios llegó a referirse a Abram como su amigo.
Un adorador vive urgido de esos momentos de encuentros íntimos, esa necesidad hace que se convierta en su prioridad buscar un lugar ya sea en su casa, en algún rincón de su lugar de trabajo, en un baño, en una oficina o inclusive su automóvil se convierte en ese lugar donde establece un altar para adorar y encontrarse con Dios.
Estamos claros que nuestra relación con Dios es una constante, pero esos momentos se vuelven necesarios cuando movidos por nuestro anhelo de encontrarnos con Dios levantamos altar y buscamos ese momento de intimidad con Él.
…Sencillos momentos provocan grandes encuentros
Pastor Minor Ceciliano
Comunidad Internacional de Adoradores
Estableciendo Adoracion en las Naciones
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