Hace unos meses mientras preparaba una enseñanza, topé con una pregunta en la Biblia que, la verdad me dolió un poquito al inicio porque estaba interiorizando el momento y condiciones que atravesaba el personaje de la historia y además porque como humanos muchas veces enfrentamos situaciones donde preguntamos: ¿Dios y ahora qué hago? Generalmente esperamos una respuesta, no una pregunta de regreso
a pesar de que sabemos que Dios es fiel y tiene el control de todo, nadie está exento de momentos de #duda e #inquietud.
Justo antes de cruzar el Mar Rojo, Dios ordena a Moisés y a su pueblo levantar un campamento, algo temporal, era parte del plan para confundir a los egipcios, quienes cuando se enteraron, vinieron con todo para atacarlos (Éxodo 14:1-4). El pueblo se entera de que vienen, se asusta, reclama y exige que prefiere rendirse y volver atrás, a su pasado, a la esclavitud, es un momento muy tenso para Moisés como líder y responsable del destino de todo un pueblo, él estaba seguro de la promesa del cuidado de Dios para ellos, pero sabía que “solo” confiar en ese momento no era suficiente, en cuestión de minutos serían atacados. Cuando Moisés se acerca a Dios para pedir dirección urgente, Dios le hace una pregunta incómoda: “¿Por qué clamas a mí?” Auuch pienso que hubo un momento de silencio acá. Esta pregunta no contradecía ni retractaba la promesa de Dios para responder, cuidar y salvar a su pueblo, pero si nos enseña un poco más del #carácter de Dios cuando pedimos y ya nos ha dado dirección, promesas e instrucciones en su Palabra, Dios hace la pregunta, pero no deja a Moisés sin recordarle la respuesta: “Di a los hijos de Israel que MARCHEN, y TÚ alza tu vara, y EXTIENDE tu mano sobre el mar y divídelo, y ENTREN por en medio del mar” (#ACCIÓN). ¡Eso era! Moisés si sabía lo que tenían que hacer, era momento de abandonar ese cómodo campamento temporal, debían levantarse, caminar y obedecer.
Una de las #promesas más importantes que tenemos de Dios, es que “Si clamamos a Él, Él nos responderá, y nos enseñará cosas grandes y ocultas que aún no conocemos” (Jeremías 33:3). Ahora bien, considera y acepta estas posibles respuestas de Dios: “Si”, “No”, “Espera”.
Kenneth Madriz