Pedir ayuda es un acto de valentía! Esto no es fácil para muchos, estamos viviendo en un mundo tan competitivo, y ciertos modelos educativos nos hacen creer que no necesitamos de nadie para salir adelante, que nos podemos bastar por nosotros mismos y que pedir ayuda es un signo de debilidad. Esta creencia tiene una base solapada de arrogancia y orgullo que alimenta nuestro ego, también podrían existir aspectos de nuestra infancia, baja autoestima y experiencias pasadas que lo dificultan, generando a su vez niveles elevados de estrés tanto emocional como mental. Fuimos diseñados para cooperar, ayudarnos los unos a los otros, ni cuando ayudamos estamos por encima de nadie, ni cuando nos ayudan estamos por debajo.
Esta semana reflexionaba sobre esto que es inevitable en nuestra vida. Un adulto mayor cerca de mi asiento pidió agua a la azafata, y esta le dio una botella sellada… después de varios minutos viendo como el intentaba abrirla, no pude quedarme quieto, saben como soy, salí de mi zona de confort y le ofrecí ayuda para abrirla y su respuesta fue: “no gracias, ya lo tengo”, regresé a mi asiento. Chequeando de reojo cada cierto tiempo como por 10 minutos para ver como lo lograba, finalmente recibí una respuesta al mirar el hacia mi asiento, y me dice: “no se deja, no quiere”. Los dos sonreímos, yo feliz de poder ayudar a alguien y el feliz tomando su agua después de intentarlo solo por casi 15 minutos, su nivel de Parkinson le impidió tener el control total para abrirla.
Pedir ayuda no es un signo de debilidad, si no de valentía, de fortaleza, de reconocimiento de nuestras propias limitaciones, de las herramientas en este momento de la vida, es signo de honestidad con uno mismo.
“Dirijo la mirada a las montañas; ¿de dónde vendrá mi ayuda? Mi ayuda viene de Dios, creador del cielo y de la tierra. Dios jamás permitirá que sufras daño alguno. Dios te cuida y nunca duerme.” Salmo 121
Kenneth Madriz – @kennethmadriz